Y tienes la necesidad de sentir
como unas ganas rabiosas de vomitar.
Tratas, humanamente tratas de expulsarlas
Golpeándote
el estómago, revolviéndote las tripas
y te metes los dedos hasta herirte la garganta
las arcadas te retuercen, como que sientes que va a salir
y sólo consigues unos mocos lastimeros, unas lágrimas estúpidas.
Al final, ese pedazo de asco sólo te deja el sabor amargo del reflujo
que en vano disimulas con el humo de un cigarrillos barato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario