No gasté los codos en todos los bares
sino en mesas y sillas de plástico
con una hamburguesa de rata frente al dolor.
Más que la sed de una caña de vino
fue el hambre de llenar todos los vacios
lo que me acercaba más a olvidar.
Comer todo rápido mientras se pueda
hasta sentir la piel transpirando grotesca
y quedar paralizado e inutilizado.